Sus pezones se tensaron. Ellos habían pasado de padres amorosos a amantes dominantes en un santiamén. Ambos hombres la miraron, antes de mirarse entre ellos, conversando silenciosamente entre sí.
—Me pongo muy nerviosa cuando hacéis eso de la silenciosa fusión mental de gemelos. ¿Qué acabáis de decidir?
Los labios de Burke se curvaron en una sexy sonrisa mientras se sacaba a tirones su camisa y mostraba su magnífico pecho.
—Cómo vamos a hacerte el amor.
—¿Yo no debería tener algo que decir en eso? —Ella les sonrió de manera insolente.
—Jamás—contestó Cole—. Nosotros somos los Amos en el dormitorio. Eres la reina fuera de éste, pero aquí nosotros queremos a nuestra preciosa sumisa que nos toma de todas las maneras que deseamos.
Cole se sacó los vaqueros, su polla apareció de repente, suplicando atención. A su lado, Burke estaba desnudo también, su cuerpo listo para lo que fuera que hubieran acordado en silencio.
Ella clavó la mirada por un momento en sus hombres, amando los tatuajes idénticos en sus bíceps, y el modo en que sus movimientos se reflejaban mutuamente. Adoraba todo lo relacionado con ellos, incluyendo la forma en que la dominaban en el dormitorio. Ella se bajó los tirantes de su camisón por los hombros, y éste cayó en un charco a sus pies. Jessa dio un paso fuera y se arrodilló delante de ellos, separando las rodillas y enderezando la espalda. Se estaba ofreciendo a ellos… su coño, sus pechos, su corazón y su alma.
—Preciosa—dijo Cole, colocando una mano sobre su cabeza—. Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida.
Con ellos, ella se sentía hermosa. Ninguna cantidad de maquillaje o ropa de diseñador podría reproducir la manera en que se sentía cuando sus hombres le decían que era preciosa.
—Jessa Ward, nos vamos a casar en tres días—anunció Burke, tomando su mano y levantándola. Él la atrajo a sus brazos, acunándola, luego bajó la mirada y sus ojos brillaban—. Ese es el tiempo que se necesita para conseguir una licencia y completar el papeleo. Nada de esa mierda de “convivencia”. Tenemos un hijo. Debemos ser respetables.
Ella sonrió mientras él subía a la cama y la colocaba en el centro.
—Seremos tan respetables como una mujer y dos hombres pueden serlo.