De acuerdo. Hemos comprado esto, aquello y lo otro, así que tendríamos que sentirnos como en una nube, ¿no? Sin embargo, en muchos casos, la respuesta es negativa. De hecho, casi siempre sucede todo lo contrario: muchas de esas cosas (y sus promesas vacías) se llevan el dinero de nuestros bolsillos, la magia de nuestras relaciones y la alegría de nuestras vidas.