Antes de empezar a olfatearme cierro los ojos, aletea de nuevo el cuervo albino en mis recuerdos, vete de aquí, no volveré a donde yaces sepultado, el olor de mis brazos levanta mis párpados de golpe, por qué te huelo en mi piel, me pregunto aterrado, no volveré a acercarme al momento del que he estado huyendo todo el día, me escucho decir como una orden y ansioso empiezo a repetirme, sé por qué he hecho las cosas, tenía que limpiarte. Sorprendido me huelo las manos, por qué apestas en mis dedos, me pregunto cerrando los ojos nuevamente, se quedarán aquí las horas que debían seguir vedadas, las cuidarás tú que eres la noche de mi cuerpo, le ordeno a la penumbra escarlata de mis párpados caídos. Sé por qué he hecho las cosas, hasta que no se abran mis ojos no dejaré de repetirlo, se había metido Él entre tus huesos, como se mete en mí el olor de tu cuerpo quemado, no tuve otro motivo, mis ojos se abren en el instante en que mis dedos entran en mi boca, por qué me sabes en la lengua