—El año pasado querías vivir. Ahora pareces empeñado en que te maten. Si tuviera ganas de jugar otra ronda contigo ahora mismo, te preguntaría por qué has cambiado de opinión. Tuve suficiente de tu estupidez para durarme una semana. Vuelve adentro y molesta a los demás ahora.
Neil fingió confusión cuando se puso de pie.
— ¿Te estoy molestando?
—Más allá de lo que se puede decir.
—Interesante —dijo Neil—. La semana pasada dijiste que nada se mete debajo de tu piel.