La vida por delante

–A veces me siento atrapada en un montón de principios: no como alimentos procesados, no dejo que me inviten el trago, no voy a tener hijos, no compro en esa marca, no me pienso casar, no miro las películas de ese abusador, no, no, no. Cuando soy sincera, pienso que, si esto es reinar sobre mí misma, yo habría preferido ser una reina loca, mi propia María Antonieta.

Como la directora de una obra que pide ensayo general y repasa una por una las escenas y sienta a los actores acá y de nuevo acá y otra vez acá y dice repitamos el texto, y lo repite y lo repite y lo repite, en su mente cada palabra suya aquella noche pertenece a la ficción y alcanzan para salvarla.

e. Caracolitos engarzados en un collar que hace jugar con los dedos.

Piensa en esa noche después del bowling y todo el tiempo que piensa en ese él que era él antes, piensa también en la ella que era ella y que esos pensamientos son lo único que tiene.

Hay matemática en todas las cosas y también hay una monstruosidad de misterio.

El tiempo pasó y nadie aprendió cómo funcionan las cajitas de música.

Después entra y se acuerda de todo lo invisible que es para él.

está la muerte lenta del amor. Este tipo de agonía geronte con discapacidades nuevas, incluso a veces sorpresiva.

Cada nueva discusión tiene su tempo y su potencia, si no se prolonga se ramifica.

Ahora, ya llevan diez años juntos y él vive perseguido por fuerzas invisibles. Fuerzas que desordenan y lo miran mientras vive. Las garras traviesas de la imperfección que arañan detrás de casi todas las cosas.