ese presente pertenece a otro universo, se nos escapa, y somos tan indiferentes a él que ni siquiera alcanzamos a sospechar su naturaleza. No hay forma de apropiárnoslo: ¿realmente lo poseíamos antaño?, ¿y cómo retornar a él si nada nos restituye su imagen? Estamos para siempre frustrados, y si alguna vez nos aproximamos a él, el mérito corresponde a esos extremos de la saciedad y de la atonía en los que solo es una caricatura de sí mismo, parodia de incambiabilidad, devenir postrado, fijo en una avaricia intemporal, encorvado sobre un instante estéril, sobre un tesoro que lo empobrece, devenir espectral, desprovisto y no obstante colmado, puesto que se encuentra lleno de vacío.