No hay cosa más irresistible y amena que escuchar una linda leyenda, anécdota o cuento. Con más de veinticinco años dedicado a la transmisión de valores, no he hallado algo más útil que un buen cuento para poder expresar en forma simple, pero a la vez profunda, algún concepto importante. Los sabios judíos, desde antaño, hacen uso de los “Maasim”, que son historias o leyendas que relatan para poder transmitir alguna sabia moraleja al pueblo. Es muy distinto cuando te enseñan algo a cuando lo aprendes tu solo por tus medios. Cuando cuento un cuento a un individuo, no tengo la sensación de que le voy a enseñar algo, y así también lo percibe él, sino que es él mismo el que descubre el mensaje al poder extraer él solo la moraleja del cuento. Además posee otra ventaja, y es que cada cual puede alcanzar la profundidad que su capacidad le otorga, así algunos podrán captar un mensaje más superficial y otros otro mucho más profundo, algunos encontrarán mensajes más sentimentales y emotivos mientras que otros encontrarán mensajes más racionales e intelectuales, cada uno acorde a su inclinación. Es por eso que los cuentos son un instrumento ideal para la transmisión de sabiduría, ya sea para niños, para hombres, para mujeres o para ancianos. Aquí les presento algunas de mis experiencias en la educación formal como en la informal, utilizando la fuerza de los cuentos para ayudar a las personas a sobrellevar algún problema que planteaban o vivían.
