Porque, si uno lo considera, como ello es en sí, procurando con una precisión exacta en sus ideas separar de la muerte los horrores y espantos que abulta la imaginación, verá claramente que el morir no viene a ser otra cosa que un efecto propio de la naturaleza; y es cosa pueril temer, el morir es efecto de la naturaleza, pero aun conveniencia de la misma.