Treinta y cuatro minutos —la corrigió el joven alto y pálido del asiento central de enfrente tras echar una mirada a su reloj. Aunque no tenía marcas en la piel, por su aspecto bien podría haberlas tenido. Su rostro pálido era en parte consecuencia del ambiente que reinaba en la oficina del sótano donde trabajaba y de una fiebre cada vez más alta. Tendría que haber estado en cama
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Era corista y su conocimiento del mundo se limitaba a las pertinentes visitas a algunas ciudades de provincias. El destino que la esperaba era Manchester, que, visto el estado del tiempo, se presentaba como algo bastante remoto
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El hermano de la joven iba sentado en el rincón, enfrente de ella. No había más que escuchar la conversación que ambos mantenían para saber que era su hermano, aunque también era fácil adivinarlo por el parecido entre los dos. Se llamaban entre sí «David» y «Lydia»
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Dianela Villicaña Denabir izlenim paylaşıldıgeçen yıl