Joana Marcús Sastre

No hace tanto tiempo, nena —Jack me sonrió dulcemente.
¿Nena? Ni siquiera me había llamado así en su vida. Solo quería incordiar.
—Hace bastante tiempo, nene

¿No has visto ninguna película?

—Claro que sí. He visto Buscando a Nemo.

dije.

—¿¡Que no ha estado mal!?

Di un salto del susto.

—Acabas de ver mi infancia en una hora y media, ¿y tu conclusión es que no ha estado mal?

Comerse a Pumba sería como... pisar una flor en peligro de extinción.

—Cenicienta tira por los suelos todos mis principios morales de feminismo, lo siento.

—En el momento en que se hizo, apenas existía en feminismo —me dijo él—. Hay que mirar las cosas en su momento cultural.

Eso está al nivel de traición de alguien que empieza una serie con otra persona y la termina solo.

—¿Qué pasa? —le preguntó Will—. ¿Quieres venir?

Ross sonrió ampliamente y se adelantó.

—Si insistís, no puedo negarme.

—No te imaginas lo que necesito un abrazo ahora mismo.

Chris hizo un ademán de abrazarme por encima del mostrador, pero en ese momento alguien me abrazó por la espalda y me apretujó. Levanté la cabeza y me encontré la sonrisa de Ross.

—¿Y por qué no me lo pides a mí? No te diré que no

—Pero... —miré a Ross—. ¿Dónde dormiría yo?

—Conmigo, obviamente.

—Sí, Ross —me acerqué a él—, hay gente que hace ejercicio porque sino engorda cien kilos. Y más con la dieta que llevamos.

—Yo te querría igual —me aseguró con una sonrisa.

—Para algunas cosas eres un genio y para otras eres un completo desastre.