En 1964, a la edad de treinta y uno y después de una corta pero meteórica carrera como concertista, renunció a la vida pública, se confinó a su natal Toronto, y se dedicó al grabar en el estudio. El éxito de sus grabaciones de J.S. Bach y de compositores poco conocidos del siglo xx, junto con su personalidad poco común, capturó la atención del mundo —y de admiradores apasionados.