Por consiguiente, el análisis de nuevos escenarios, para detectar problemas, amenazas u oportunidades, es característica propia de un buen profesional.
Junto al pensamiento analítico también deberá concurrir la gestión de la información. Actualmente esta cualidad requiere de una buena dosis de perspicacia.
Las nuevas tecnologías ponen a nuestro alcance infinitud de datos, hechos, antecedentes, valoraciones y un largo etcétera.
El buen negociador debe ser capaz de dirimir qué informaciones son clave, qué información es complementaria y cuál innecesaria. Y en este ámbito, disponer de un buen marco de documentación que le permita consultas rápidas y certeras en los momentos álgidos de la negociación. Momentos donde los nervios y las tensiones impiden actuar con claridad. De ahí la importancia de preparar la documentación necesaria de manera previa.
Además, un buen modelo de recopilación de datos nos dará suficiente información sobre las características y necesidades de la otra parte. Esa información nos facilitará, en gran manera, poner en práctica nuestra empatía hacia ella y buscar conjuntamente nuestro beneficio y el suyo, situando la negociación en un buen escenario