la encimera de la cocina la niña abrió una caja de cartón y, con mucho cuidado, usando ambas manos, extrajo una pequeña tarta recubierta de glaseado amarillo pálido y la colocó en una fuente. Aunque se manchó las manos con el polvo de azúcar, no se chupó los dedos. Se limpió con papel de cocina.
Fue colocando trece velitas amarillas en la superficie reluciente y satinada de la tarta, bien erguidas y en círculo. El resto de las velas lo devolvió al cajón