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Juan José Arreola

  • Rocío Toledoalıntı yaptı2 yıl önce
    La cocina estaba separada del mundo por un muro invisible de tristeza, por un compás de espera.
  • Marco Moraalıntı yaptı2 yıl önce
    Volver todo a su sitio fue relativamente fácil. Los tendones y los huesos conservaban cierta memoria de su sitio; las entrañas hallaron sin esfuerzo un equilibrio aceptable; la sangre encontró a ciegas caminos conocidos. ¡Pero la piel! Tú lo sabes. La piel esa de zafiros, de lirios, de luces que me pusiste, ésa no me la pude quitar.
  • Marco Moraalıntı yaptı2 yıl önce
    Diez mujeres flacas hacen una gorda, pero una sola gorda hace salir el sol.
  • Diane Nosprakaalıntı yaptı5 ay önce
    Mi tío me trajo de regalo un lugar sagrado, un espacio portátil en el que sólo cabía una persona. Me dijo que desde él se podía hablar con Dios.
  • Diane Nosprakaalıntı yaptı5 ay önce
    uno debe de tocar el piso con siete apoyos de su cuerpo, con las palmas, las rodillas, la punta de los pies y la frente. Esta actitud ante la Divinidad nos llega de la noche de los tiempos
  • Diane Nosprakaalıntı yaptı5 ay önce
    Cuida tu cuerpo y mantenlo siempre limpio porque es un espacio sagrado. Es tu responsabilidad que no lo ensucien ideas extrañas para que sea ligero y espiritual.Y flote sobre la mugre del mundo, y ésta no lo toque
  • Diane Nosprakaalıntı yaptı5 ay önce
    Cuando de pronto vi que por el cielo del oriente venían cabalgando, sin prisa, los tres Reyes Magos, con sus costales repletos de juguetes. El oro de sus coronas y las sedas y bordados
  • Diane Nosprakaalıntı yaptı5 ay önce
    Boris azotaba los platos y ensartaba mentadas en ruso, en inglés, en idish, en español y hasta en ensayos de hebreo.
  • Diane Nosprakaalıntı yaptı5 ay önce
    Una fría madrugada de diciembre llegó a Agüichapan un hombre montado en una mula. Lo vieron llegar como un aparecido, dicen, en la luz reverberante del amanecer, precedido únicamente por su propia sombra
  • Diane Nosprakaalıntı yaptı5 ay önce
    Estaba sola. Al pasar en una estación del metro de París vi que daban las doce de la noche. Era muy desgraciada por otras cosas. Las lágrimas empezaron a correr, silenciosas
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