Carlos Taibo

afirmación del poeta —«La literatura, como todo el arte, es una confesión de que la vida no basta»[2]

Bréchon imagina un encuentro entre Pessoa-Bernardo Soares —el heterónimo creador del Livro do desassossego— y Henri Michaux en 1934 en la Baixa lisboeta[3]. García Martín considera probable, en este caso sin ningún afán literario, que nuestro hombre y Miguel de Unamuno hubiesen cruzado sus pasos en algún momento[4]. Emir Rodríguez Monegal, por su parte, ha jugado con la posibilidad de que el poeta y Jorge Luis Borges se hubiesen encontrado en las calles de Lisboa[5

En el año siguiente, 1930, el poeta asumió un papel protagonista en la supuesta desaparición y suicidio, en la costa lisboeta, del mago inglés Alesteir Crowley.

FERNANDO PESSOA

«Si, una vez muerto yo, quisieran escribir mi biografía, / no hay nada más sencillo. / Tiene solo dos fechas — la de mi nacimiento y la de mi muerte. / Entre una y otra todos los días son míos».

pessoanos menos estudiados, António Mora: «Ni esta obra ni las que la seguirán tienen nada que ver con quien las escribe. Él ni está de acuerdo con lo que en ellas está escrito, ni se halla en desacuerdo. […] El autor humano de estos libros no conoce en sí mismo personalidad alguna»

tres biografías canónicas de Fernando Pessoa: las que llevan las firmas de João Gaspar Simões, Ángel Crespo y Robert Bréchon.

Richard Zenith es el responsable de la edición de un volumen de Escritos autobiográficos, automáticos e de reflexão pessoal de Fernando Pessoa (Assírio & Alvim, Lisboa, 2003) que incluye una completísima información sobre diferentes avatares de la vida del poeta.

Es el caso de los libros de Maria José de Lancastre —Fernando Pessoa. Uma fotobiografia (Imprensa Nacional-Casa da Moeda, Lisboa, 1986)—,

Manuela Nogueira —Fernando Pessoa. Imagens de uma vida (Assírio & Alvim, Lisboa, 2005)— y Marina Tavares Dias —A Lisboa de Fernando Pessoa (Íbis, Lisboa, 1991) y Lisboa nos passos de Pessoa (Quimer

En cualquier caso, Pessoa se ocupó en subrayar que el genio tenía poco que ver con la posesión de determinados rasgos físicos saludables: «Los críticos se han dejado llevar por una visión novelesca y no pueden concebir un hombre de genio que no esté dotado de una belleza física sobresaliente, perfecta virilidad y fortaleza, limpieza y elegancia, pleno equilibrio mental, libertad con respecto a lo que es común, mediocre o escasa idea de impulso, escrupulosa atención por el estilo y dignidad de estilo»[1

Toda su vulgarísima indumentaria, desde el sombrero a los zapatos, era, ignoro por qué, completamente distinta de la de todos los demás. ¿Qué era lo que tenía? Una expresión inconfundible, un estilo muy especial que se daba a sí mismo, sin querer»[