Dostoievski, más que psicólogo, sociólogo, político o denunciador social, es un «pneumatólogo»: su obra constituye un estudio del espíritu humano que gira en torno al problema de la libertad con su constitutiva ambigüedad, capaz de elevar al hombre a la perfección moral o de rebajarlo a la bestialidad y a la fuerza devoradora de las pasiones y del desdoblamiento.