Gemma Rovira

Así pues, la batalla no es entre nosotras mismas, sino contra el mundo en que vivimos. Y cuando entiendes esto, todo cambia: porque el clima que sin querer estamos creando para las mujeres es un clima en el que somos hipercríticas unas con otras, y en el que toda heroína debe caer, y en el que cada fallo debe ser expuesto, y en el que el listón está puesto unos seis metros más alto para las mujeres que para los hombres, que siguen teniendo sus ideas y nunca consideran un «deber» hablar por todos los hombres del planeta ni participar en todas las discusiones que surgen.

El amor, según el análisis más elemental, es tu tiempo y tu pensamiento: tus días. No puedes regalar tus días sin obtener nada a cambio. Son lo único que tienes. Cuando se acaben, nadie te dará más.

Toda mujer triste necesita encontrar una canción para llorar.

Todas sabemos que el amor puede ser difícil, que todas las parejas pasan fases horribles. Te puedo asegurar, con el máximo rigor científico, que hasta los matrimonios que funcionan tienen días, y a veces semanas, en que uno de los miembros de la pareja se pasa todo su tiempo de ocio imaginando qué podría hacer para irse a vivir a la casa de al lado y tener espacio para él solo. Eso es completamente normal. Pasa continuamente. A lo largo de la vida somos muchas personas diferentes, y a veces la persona con la que estás este mes no se lleva bien con el tipo que él es este mes.

El amor, el amor verdadero, es tener la recompensa ahora. Esa es la respuesta más sencilla y sincera que puedo darte: que el amor es ahora. El amor es hoy. El amor es lo último que él te ha dicho, y qué sientes cuando oyes la cerradura en la puerta, y si podéis o no estar sentados en un coche, bajo la lluvia, escuchando la radio y pensando: «La felicidad es esto. Si hay vida después de la muerte, me gustaría que fuera así.» El amor es algo que tienes, y no algo que conseguirás al final de un largo recorrido; no es algo que solo aparece de vez en cuando, como un cheque, o como el arco iris. Si no está en tu casa ahora, y la mayor parte del tiempo, nunca estará

El primer tipo es el de dos personas que, juntas, forman un montón enorme de amor y luego lo utilizan como y cuando lo necesitan. A veces tú necesitas más amor. A veces lo necesita él. Pero es vuestro amor, es de los dos, y al final la cantidad se mantiene constante: solo os estáis pasando amor el uno al otro. Es un esfuerzo común realizado por dos iguales

He oído muchas descripciones de este tipo de amor, como si fuese tan bueno como el primero. Recuerdo que la primera la leí en la autobiografía de Bob Geldof, en la que hablaba de su difunta esposa, Paula Yates: «En toda relación hay una persona que ama y otra que es amada.»

No. La relación en la que uno ama y el otro es amado no es una buena relación. ¿Cómo va a funcionar? ¿Quién ama al que ama? ¿De dónde saca la energía? ¿Quién lo cuida cuando se le ha gastado todo el amor y siente que ya no puede continuar

El amor, según el análisis más elemental, es tu tiempo y tu pensamiento: tus días. No puedes regalar tus días sin obtener nada a cambio. Son lo único que tienes. Cuando se acaben, nadie te dará más.
«Bueno, no me importa, ¡yo soy así! ¡Me encanta cuidar a la gente! ¡Soy una ayudadora nata!»
He oído a algunos hombres decir eso, pero la verdad es que a muy pocos. Generalmente lo dicen las mujeres: las mujeres reaccionan cuando se sienten necesarias. Las mujeres se educan en culturas en las que ser necesarias es para ellas motivo de orgullo

creo que una de las cosas más venenosas del mundo es que a una mujer la eduquen para que se sienta necesitada. Todas las mujeres se merecen que las quieran. Yo te quiero.
Y quiero que dejes a ese hombre.
Y sé que tardarás muchísimo tiempo en dejarlo