Daniela Rea Gómez

  • Dessiré Figueroaalıntı yaptı2 yıl önce
    Mientras la acaricio, le digo que siempre voy a estar aquí para ella. A veces cansada, a veces desesperada, a veces enojada, pero siempre aquí para ella. Para curarla, para escucharla, para acompañarla, para compartir, para ayudarla a tomar decisiones. No quiero enojarme. La miro y pienso en que sí puedo cuidarla
  • Natalia Beatrizalıntı yaptı2 yıl önce
    Soy la historia de mi madre y de su madre y de su madre. También soy la historia de mis hijas.

    Soy su fruto.
  • apavilajjsalıntı yaptıgeçen yıl
    No todas somos madres, pero todas hemos cuidado y hemos sido cuidadas
  • Pao Gómez.alıntı yaptı2 yıl önce
    Dejarnos mirar por nuestras hijas para resignificarnos: mi espalda cansada es una hoja en blanco sobre la que pueden escribir. Mis manos con lunares de piel maltratada (que le heredé a mi madre y a mi abuela) son claves de un mapa para Naira. Mi abdomen flácido es la almohada de Emilia. Mi cuerpo de las niñas es más hermoso que mi cuerpo mío.
  • Pao Gómez.alıntı yaptı2 yıl önce
    ómo chingaos amas a alguien si tú no te amas? Y
  • Anai Villaseñoralıntı yaptı2 yıl önce
    Cuidar me modificó, me jodió.
  • Ximena Morenoalıntı yaptı8 ay önce
    o tengo varios sueños para ti, pero mejor me los guardo. No quiero que te pesen.
  • Daniela Jiménezalıntı yaptıgeçen yıl
    ¿De dónde viene la mirada con que nos vemos a nosotras mismas? ¿Para querernos necesitamos que antes alguien nos haya querido? “Acabé amándome a mí misma tercamente, como fruto de la desesperación porque no había nada más. Un amor así puede servir, pero sólo servir, no es precisamente lo ideal; tiene el sabor de algo que se ha dejado en la alacena que se vuelve rancio y al comerlo te revuelve el estómago. Puede servir, puede servir, pero sólo porque no hay nada más que ocupe su lugar”, escribió la novelista Jamaica Kincaid en Autobiografía de mi madre. Y aunque Jenny intenta ocupar ese lugar, convencer a su madre de que se mire como una mujer valiosa, parece no ser suficiente, parece que sus palabras no alcanzan para que su madre se quiera. ¿Está eso al alcance de nuestras manos?
  • Daniela Jiménezalıntı yaptı10 ay önce
    Cuidar cansa. Cuidar arrasa. Cuidar asola.
    Pero también conserva, sostiene. Cuidar reúne, cuidar nos hace personas. Las contradicciones del cuidado no surgen del trabajo que conlleva, sino de las condiciones bajo las cuales lo ejercemos y quiénes lo ejercemos: la organización de las ciudades actuales —donde vivimos casi el 80 por ciento de la población mexicana—, fragmentadas e individualistas; la organización social que asume que son las mujeres las responsables de este trabajo; el desprecio por la vulnerabilidad. Todos estos factores dificultan el cuidado en lo personal y en lo colectivo.
    Quizá habría que pensar con mayor ahínco a los cuidados y la vulnerabilidad como una posibilidad de ser comunidad. Comunidad e inmunidad, plantea el filósofo italiano Roberto Esposito, tienen el mismo origen etimológico, munis, que es ser frágil, estar expuesto; si inmunidad es negar la fragilidad, comunidad, por el contrario, supone compartirla, hacerla explícita, exponerse.
  • feralıntı yaptıgeçen yıl
    Desde la mujer que soy ahora pienso en mi mamá de 26 años como se piensa en una hermana menor.
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