n el nuevo clima cultural —laico y «científico»—, como en cualquier otro, existía también el individuo menos privilegiado, el descontento y el grupo de quienes resultaban incómodos por pensar y criticar demasiado. Seguíase exigiendo conformidad. El inconformista, el objetor y —en resumen— todo aquel que negaba o rehusaba los valores dominantes de la sociedad, continuaba siendo el enemigo de dicha sociedad.