Marta Sanz

  • Marlenealıntı yaptıgeçen yıl
    «A lo mejor no hay que preocuparse por lo que viene de fuera porque tenemos todo el mal metido dentro...»
  • Melanie Chris Oyanader Lealalıntı yaptı4 ay önce
    Hay que resistirse a ciertos estímulos exteriores
  • Melanie Chris Oyanader Lealalıntı yaptı4 ay önce
    Un punto de artificio para sacar a la luz los forzamientos de la vida cotidiana: dormimos sobre camas de pinchos; vivimos en contractura permanente; asumimos la normalidad del estrés
  • Melanie Chris Oyanader Lealalıntı yaptı4 ay önce
    Pero ¿y si la poesía sigue siendo un arma cargada de futuro?
  • Melanie Chris Oyanader Lealalıntı yaptı4 ay önce
    Frente a las visiones edulcoradas de la realidad, toda la literatura tendría que doler y alejarse de esas bonitas perspectivas irónicas que no son más que un tupido velo para tomar distancia y para separar «inteligentemente» los labios sin causar muchas molestias practicando el ejercicio de la corrección política. La autocensura. La actitud que garantiza un lugar en el mundo
  • Sugey Navarroalıntı yaptıgeçen yıl
    me da vergüenza decir que voy alcanzando la felicidad, pese a que enfrentarme a todo el tiempo del mundo ha desencadenado en mí una moderada hipocondría.
  • Sugey Navarroalıntı yaptıgeçen yıl
    Era una niña refranera, de las que saben coser sus retalitos –una niña envejecida no es lo mismo que una niña precoz: la primera tiene achaques e inhibiciones prematuras, es represiva y mimética; la segunda es misteriosa, temible, observadora, vital...–, una niña resabiada a quien me alegro de no haber dado la razón.
  • Sugey Navarroalıntı yaptıgeçen yıl
    Pese a mis fobias alimentarias, la posibilidad de besar distintas bocas –besar es colonizar un nuevo territorio para quedarse, irse o que te expulsen– no me molesta, a no ser que la boca sea realmente pútrida o de un pariente cercano.
  • Sugey Navarroalıntı yaptıgeçen yıl
    besar es colonizar un nuevo territorio para quedarse, irse o que te expulsen
  • Sugey Navarroalıntı yaptıgeçen yıl
    Maribel era prescindible, nadie dependía de ella, no valía para nada; era, como casi todas, una mujer pequeña en una esquina pero, al mismo tiempo, ocupaba mucho espacio. Maribel no hacía falta, por eso era como un regalo especial, una ofrenda que te llenaba porque era gratis, porque era porque sí. Mi tía me cortaba la respiración.
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