Raquel Vicedo Artero

  • Dianela Villicaña Denaalıntı yaptı2 yıl önce
    Las hojas caídas durante años acolchaban la tierra bajo sus pies. El silencio era sobrecogedor. Ni siquiera cantaban los pájaros, y todo estaba sombrío, puesto que el sol apenas lograba filtrarse de forma fugaz entre algunas de las ramas.
    Desde el principio, habían advertido a los niños que se mantuvieran alejados de dos cosas: cierta playa, considerada peligrosísima, y el bosque. Pues bien, por fin estaban en el bosque
  • Dianela Villicaña Denaalıntı yaptı2 yıl önce
    Una Oreja estaba cada vez más inquieto. Por propia experiencia (y muy dolorosa), sabía lo que pasaría si les hacía daño. Un ejército completo de perros, hombres y armas volvería a la carga, y él se había retirado a esa pequeña y preciosa isla con la intención de pasar sus últimos años en paz. Se encogió aún más sobre sí mismo
  • Dianela Villicaña Denaalıntı yaptı2 yıl önce
    No se atrevía a herirlos. El viejo guerrero, astuto y herido en la batalla, sabía que volver a tocar a los cachorros de los humanos supondría la muerte. Era un crimen imperdonable, y no repararían en gastos ni esfuerzos para dar caza al agresor. Si consiguió escapar la última vez, fue de milagro.
  • Dianela Villicaña Denaalıntı yaptı2 yıl önce
    Humillado por toda una vida errante de infortunio, Una Oreja suspiró desesperado y enfurruñado y capituló de forma ignominiosa
  • Dianela Villicaña Denaalıntı yaptı2 yıl önce
    El Pobre Desmond, el idiota del pueblo, vivía en una choza desvencijada en el centro de la Isla. Era su cliente preferido
  • Dianela Villicaña Denaalıntı yaptı2 yıl önce
    Pobre Desmond andaba encorvado, tenía los dientes torcidos, los ojos grandes y amables, como los de un lémur, y ya tenía treinta y cinco años
  • Dianela Villicaña Denaalıntı yaptı2 yıl önce
    Desmond no mostraba ninguno de los defectos comunes en los niños. Nunca tenía pataletas ni se ponía de morros, era confiado y generoso, y siempre compartía su exigua ración de chucherías con los niños
  • Dianela Villicaña Denaalıntı yaptı2 yıl önce
    Soy malo, Christie, malo. Todos lo dicen.
    —Pues claro que no —bostezó Christie—. Siempre intentas que las cosas parezcan peor de lo que son. ¿Quién era Rodney y por qué lo mató tu tío
  • Dianela Villicaña Denaalıntı yaptı2 yıl önce
    No lo entiendes! ¡Solo me azota si me porto bien! Si soy malo me hace regalos. Está loco y nadie lo sabe excepto yo. Es la verdad, Christie, solo me pega si soy bueno
  • Dianela Villicaña Denaalıntı yaptı2 yıl önce
    —¿Y cuál es? ¿Qué vamos a hacer, Christie? ¡Haré lo que sea!
    —Tendremos que asesinarlo a él primero —dijo Christie.
    Barnaby la miró con asombro y admiración mientras esta, sentada en el borde del camastro, balanceaba tranquilamente las piernas en el aire.
    —Ni siquiera se me había ocurrido —dijo—. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza hacer algo así. Tú sí que eres una amiga, Christie. No lo olvidaré. Cuando consiga el dinero, te daré un millón de dólares.
    —Vale. Venga, ahora vámonos a casa. Tengo sed. Mañana empezaremos a pensar en cómo lo vamos a hacer
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