Júlia Ibarz

todo hubiera quedado en nada si nos hubiera abandonado el coraje

uando llegó el momento decisivo.2

Quizá no esté de más señalar aquí que a menudo en nuestra vida ordinaria, cuando estamos contentos y libres, nos construimos torres de marfil en las que nos retiramos del mundo y en las que nos hinchamos de orgullo y arrogancia, y tratamos hasta con indiferencia o desdén la generosidad y el afecto de nuestros amigos.

Quizá no esté de más señalar aquí que a menudo en nuestra vida ordinaria, cuando estamos contentos y libres, nos construimos torres de marfil en las que nos retiramos del mundo y en las que nos hinchamos de orgullo y arrogancia, y tratamos hasta con indiferencia o desdén la generosidad y el afecto de nuestros amigos. Tras los barrotes, estas torres artificiales se desmoronan fácilmente y los actos de generosidad se transforman en joyas de un valor incalculable.

poquita educación que tengo me permite seguir con verdadero interés el progreso que ha hecho el hombre en su millón de años de historia sobre la Tierra, evolucionando desde el salvaje retrógrado y supersticioso hasta el individuo culto que se supone que es hoy en día.

Será porque os queremos tanto que no podíamos permitir que en vuestro propio país os fueran negados los derechos y las oportunidades de que han disfrutado durante siglos los seres humanos en otros lugare

Es un experto en asuntos religiosos, lo que me hace respetar su punto de vista

nos dictan un modo de vida que sin duda nos habría traído paz y armonía hace muchos siglos si la humanidad hubiera aceptado plenamente las enseñanzas que contienen y las hubiera practicado con fidelidad. Imaginan un mundo nuevo en el que no habrá guerras, donde ya no existirán hambrunas ni enfermedades ni intolerancia racial, precisamente el mundo por el que lucho, ese mundo que dibuja el profeta Isaías donde el lobo y el cordero vivirán juntos, el leopardo con el niño, el becerro y el león y el corderito vivirán juntos en paz.249 Claro está que Mqwati y yo no siempre nos hemos puesto de acuerdo sobre cómo llegará a materializarse ese nuevo mundo.250 En las numerosísimas discusiones que he tenido con él, he insistido en una cuestión central: que ese nuevo mundo nacerá como resultado de nuestros propios esfuerzos y lágrimas, de nuestros sacrificios y luchas personales.

Las vidas y las acciones de los religiosos más prominentes nos muestran que quienes luchan por un nuevo orden no deben separar la teoría de la práctica. Moisés compartió penurias con sus compatriotas en Egipto y terminó guiándolos físicamente desde la esclavitud a la Tierra Prometida. También san Pablo, en sus esfuerzos por establecer la iglesia cristiana, entró en conflicto con la autoridad y los intereses establecidos. Según parece, quien lo acusaba dijo: «La pura verdad es que este hombre es una plaga; por todo el mundo anda provocando sediciones entre los judíos y es el cabecilla de la secta de los nazarenos».251 A partir de ahí, la «secta de los nazarenos» llegaría a expandirse por todos los rincones del globo y sería abrazada por muchas naciones como religión oficial del Estado. El hombre a quien describieron como una verdadera plaga se convertiría luego en un santo querido y respetado por millones de cristianos en todo el mundo.

puede que este juicio y las circunstancias que lo rodean ejerzan tal influencia sobre tus pensamientos y acciones que llegue a constituir, seguramente, uno de los puntos de referencia más importantes de toda tu carrera, forzándote a reexaminar muy detenidamente los valores que abrigabas con tanto aprecio y a renunciar a los placeres que tiempo atrás alegraban tu corazón.