En ese momento, algo se despertó en mí, algo que conectó con una sabiduría ancestral. Pensé: «¡Claro! El problema no es que me duela, sino que no quiero que me duela. ¡Qué interesante! No es lo que me pasa, sino la resistencia a lo que me está pasando». Y decidí quedarme para profundizar en ello