Miguel Sagaseta de Ilúrdoz

  • Mi gato calculistaalıntı yaptı2 yıl önce
    para aquélla, como para todas las demás enfermedades, no hay calificación correcta sino siempre, únicamente, designaciones equivocadas
  • Mi gato calculistaalıntı yaptı2 yıl önce
    maníaco, a cada instante la palabra depresivo
  • Mi gato calculistaalıntı yaptı2 yıl önce
    ¿De qué sirven esos esfuerzos al despertarme para no morir, de qué sirven?
  • Mi gato calculistaalıntı yaptı2 yıl önce
    la rebeldía, la impertinencia y la obstinación con el tiempo debilitan el organismo de una forma realmente letal
  • Fátima Albaalıntı yaptıgeçen yıl
    médico psiquiatra es el más incompetente y está siempre más próximo al asesino perverso que a su ciencia
  • Fátima Albaalıntı yaptıgeçen yıl
    El médico psiquiatra es el más incompetente y está siempre más próximo al asesino perverso que a su ciencia.
  • Fátima Albaalıntı yaptıgeçen yıl
    l médico psiquiatra es el más incompetente y está siempre más próximo al asesino perverso que a su ciencia.
  • Fátima Albaalıntı yaptıgeçen yıl
    Aunque soy un enfermo experimentado y, durante toda mi vida, he tenido que vivir con mis enfermedades más o menos graves y gravísimas y, en definitiva, siempre con las llamadas enfermedades incurables, una y otra vez he caído en el diletantismo en materia de enfermedad, y he cometido tonterías, imperdonables.
  • Fátima Albaalıntı yaptıgeçen yıl
    Observaba desde el banco las ardillas que correteaban por todas partes en aquel parque gigantesco, que desde allí parecía infinito, trepando a los árboles y bajando de los árboles, y que parecían no tener más que una sola pasión: se apoderaban de los pañuelos de papel que había en el suelo por todas partes, arrojados por los pacientes de pulmón, y se los llevaban a toda velocidad a los árboles. Corrían por todas partes con aquellos pañuelos de papel en la boca, desde todas y hacia todas las direcciones, hasta que en el crepúsculo no se podía ver ya más que los puntos blancos de los pañuelos de papel que llevaban en la boca, correteando de un lado a otro. Estaba allí sentado y disfrutaba del espectáculo, con el que, como es natural, relacionaba los pensamientos surgidos espontáneamente de esa observación. Era junio y las ventanas del pabellón estaban abiertas y, con un ritmo realmente proyectado de modo genialmente contrapuntístico y, en definitiva, orquestado también, los pacientes tosían por esas ventanas hacia el atardecer que comenzaba.
  • Fátima Albaalıntı yaptıgeçen yıl
    mi camino, más o menos, no será otro que el camino de los que la muerte se ha llevado ya.
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