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Fernando Iwasaki

  • Marcia Ramosalıntı yaptı8 ay önce
    Kimberley derra­mó una lágrima cuando oyó la voz del presidente de Estados Unidos hablándole de la gran familia americana (O say can you see...) y de los hombres que construyeron ese gran país (...by the down’s early light...), de la inmensa generosidad de un pueblo que siempre defendió los valores más sagrados (...what
  • Marcia Ramosalıntı yaptı8 ay önce
    Kimberley derra­mó una lágrima cuando oyó la voz del presidente de Estados Unidos hablándole de la gran familia americana (O say can you see...) y de los hombres que construyeron ese gran país (...by the down’s early light...), de la inmensa generosidad de un pueblo que siempre defendió los valores más sagrados (...what
  • Josué Osbournealıntı yaptıgeçen yıl
    A Mail in the Life
  • Josué Osbournealıntı yaptıgeçen yıl
    No quería castigar al niño, pero fue inevitable. No sólo mintió sino que además me amenazó. Desde entonces está raro. No habla, no juega y no quiere que lo bese. Me da miedo cómo mira, la forma en que come, las cosas que canta. Esta mañana salí al jardín y en un paquetito que estaba junto a unas velas negras encontré uñas cortadas, sobras de comida y una foto carné mía. No he querido llamarle la atención de nuevo, pero lleva encerrado en su cuarto desde anoche. He subido las escaleras y he sentido escalofríos, un olor extraño y unas sombras huidizas. El niño habla con alguien y sigue cantando esas canciones horribles. Le pido que me hable y me insulta y se ríe. No tengo más remedio que abrir la puerta
  • Rafael Ramosalıntı yaptıgeçen yıl
    Una cosa es el realismo mágico y otra muy distinta la pedagogía teratológica. Pavlov educó a su perro con el condicionamiento clásico, pero yo fui un niño educado con el condicionamiento terrorífico. Si mentía, le apretaba la corona de espinas al Cristo de la cómoda. Si no rezaba, atormentaba a las ánimas del purgatorio. Si decía una mala palabra, podía venir el diablo para abofetearme. Por eso en Lima había tantos terremotos: demasiados pecadores, demasiadas ofensas, demasiados barrabases. Una vez nos pilló un temblor en casa de abuela y jamás olvidaré cómo fuimos obligados a ponernos de rodillas para rezar a gritos: «¡Aplaca Señor tu ira, tu venganza y tu rencor!». Todos esos terrores seguían vagando por mi memoria hasta que los convertí en las perlas negras de Ajuar funerario.
  • Her Santiagoalıntı yaptı2 yıl önce
    afuera. Pensé en mi coche y en el ordenador
  • F.alıntı yaptı9 ay önce
    Los ángeles dormidos
  • F.alıntı yaptı9 ay önce
    A Mail in the Life
  • F.alıntı yaptı9 ay önce
    a literatura de horror puede llegar a ser opresiva, pero los recuerdos inquietantes de la infancia son los peores. El niño que fuimos sigue sintiendo miedo y sólo hace falta rasgar el velo, tocar la tecla precisa o hundir el bisturí en el cuerpo adecuado. Todos conservamos en la penumbra del inconsciente una pesadilla, un temor, una culpa o un presentimiento, que –como los perros de Tíndalos– son capaces de olernos
  • F.alıntı yaptı9 ay önce
    de correr hacia nosotros desde los pantanos más profundos de nuestra memoria.
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