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A menudo sucede que, al tomar venganza, un agravio sin importancia sube de categoría. Las personas grandes y nobles son como animales salvajes que no se inmutan por los ladridos de los perrillos

Ser conscientes de nuestras pasiones es vital para actuar sobre ellas antes de que se extiendan. Para ello es necesario reflexionar y averiguar qué nos altera.

¿No es mejor, por lo tanto, perdonar una ofensa que vengarla? Con tal de vengar una ofensa somos capaces de cometer muchas más. Además, la venganza es una terrible pérdida de tiempo, pues la ira dura más que el agravio. ¿No te parece más cabal cambiar de actitud y no devolver mal por mal? Cuando alguien te ofenda, piensa lo siguiente: ¿Es la primera vez que lo hace? ¿Acaso será la última? No le creas aunque te diga que no lo volverá a hacer, porque mañana ofenderá a otro y pasado mañana vendrá otro que le ofenda a él y la vida seguirá así eternamente, entre errores y ofensas. ¿No te parece más práctico controlar la ira que ser controlado por ella?

Hay libertad en el caminar. Vaciamos la mente de ruido e información innecesaria y penetramos en un lugar de intensa sensación de poder y concentración.

Como dice Platón: «El sabio no castiga porque se haya cometido un crimen, sino para evitar que vuelva a cometerse. El pasado es irreparable, pero el futuro es prevenible. Y cuando el sabio cree necesario aplicar un castigo ejemplar y condena a alguien a morir públicamente, no lo hace para quitarle la vida a ese criminal en particular, sino para salvar vidas futuras

A menudo lo falso tiene apariencia de verdad

pon la ira en suspenso

Recuerda que si aplazas un castigo siempre tendrás tiempo para aplicarlo, pero que una vez impuesto ya no se puede reparar.

acostumbra a tu espíritu a la disciplina para que los únicos golpes que le afecten sean los verdaderamente

la virtud es elevada y sublime. Sin serenidad no hay grandeza.