Y ahora yo qué hago

hacen porque necesitan emitir esas cantidades descomunales de gases de efecto invernadero para ganar dinero proporcionándonos los bienes y servicios que nosotros les demandamos (en parte, claro, por las necesidades que ellas mismas nos crean): electricidad, gasolina, gas, ropa, comida, tecnología, cemento, coches…

La primera: aun en el caso de que los hábitos individuales no tuviesen nada que ver con el cambio climático y la culpa fuese toda del sistema económico capitalista en el que vivimos, la caída del capitalismo conllevaría un cambio drástico y repentino de los hábitos individuales y de nuestro modo de vida. Resultado: cambiaríamos de hábitos

Y es ahí donde vuelve la pregunta recurrente, la que mucha gente se hace tras escuchar una charla sobre cambio climático, tras leer recomendaciones de acción. Cada vez que lee en un periódico que se ducha «durante demasiado tiempo», que compra comida «mala para el planeta», que su papel higiénico «deforesta el Amazonas», que ponerse en una plataforma de streaming un capítulo de su serie preferida «no es sostenible».

es un sistema basado en la codicia, en la acumulación y en el enriquecimiento de unos pocos.

Se nutre del crecimiento continuo para subsistir, y todos los engranajes están siempre orientados a producir más, a ganar más, a crear más riqueza para los que más tienen, y a hacerlo cada vez en menos tiempo.

No, no nos hace ninguna falta un nuevo despertador para este viaje. Necesitamos capacidad para observar, una buena dosis de curiosidad y ganas de cambiar. Ya estamos despiertos. Ahora solo tenemos que saber hacia dónde caminar

Este libro no pretende engordar ni un solo gramo tu mochila de ecoansiedad y sí, por el contrario, reforzar sus costuras.