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A.E. Quintero

Cuenta regresiva

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  • feralıntı yaptı4 yıl önce
    Que fueras feliz.
    Que tuvieras una vida mejor
    que la no vida que ha sido mi vida,
    un destino más amplio, más lleno
    de cómodas oscuridades,
    de confortables caminos, de sombras verdaderas. Y no lloraras con tus manos,
    ni con otras manos. Que no te dolieras hacia dentro,
    hacia esa piedra ubicua
    con la que suelta el mundo su tremenda noche.
    Que no tropezaras en el espejo
    como lo hace el hombre.
    Y que pasaran de largo las cosas que no se logran,
    sin hacerte daño, sin llagas, sin despertarte.
    No sé si porque te amo
    adivino lo que no me dices, o sólo me lo invento.
    Pero pienso que el dolor
    reconoce a los de su propia especie,
    a los seres que le son comunes. Los que llevan
    el mismo fruto adentro de los ojos.
    El dolor,
    ese territorio heredado.
    El peor de todos los sitios invisibles,
    de los espacios inundados.
  • Rafael Ramosalıntı yaptı7 saat önce
    El exprimidor de naranjas dejó de funcionar.
    Eso pasa.
    Las cosas sin importancia
    buscan su turno, se dan su importancia
    así, no sirviendo,
    dejándonos incompletos, ausentándose en el justo momento.
    Y a mí
    todo lo que es ausencia, ausentarse,
    me rompe los vidrios. Ejerce una poderosa detonación
    casi como el que se tira al piso al escuchar un bombardeo, una balacera.
    Lo mismo hizo el sacacorchos.
    No estuvo. Tal vez nunca compré uno.
    Y el rayador, y el abrelatas
    que nunca pensó hacerme tanta falta
    me hizo salir al centro comercial
    a buscarlo. Como una esposa cuando se enoja
    y hay que ir por ella a casa de los suegros, o a buscarla con la vecina.
    No sé por qué me afectan tanto las cosas
    que dejan de funcionar, que se ausentan.
    A veces he pensado en comprar dos cosas de lo mismo.
    Pero no sé si yo pueda
    en lo futuro
    con dos ausencias.
  • Rafael Ramosalıntı yaptı7 saat önce
    La humildad es la sombra de una jaula
    que lo ha intentado todo.
    La humildad
    es un sin remedio; es
    la tela que se le agrega, que se le cose al pantalón roto.
    Las reses
    son humildes, ¿qué les queda?
    Y no hay nada más humilde
    que una gallina bajo la sombra pequeña de un árbol de duraznos.
    Porque sacrificarse por el mundo
    no es un acto de humildad.
    Si yo pudiera también separar las aguas
    o saber
    que las puedo volver hacia el vino
    tintas.
    Pero humilde
    siempre será una oveja que no tuvo
    para comprarse otro disfraz
    que no fuera el de oveja.
    Y seguro
    siempre soñará con ser el lobo.
  • Rafael Ramosalıntı yaptı7 saat önce
    el macho la observa.
    La hembra está en primer plano
    se acicala, suelta sus poderosas feromonas
    y lo mira.
    El macho se acerca con toda su vulnerable fuerza levantada
    –tal vez con miedo al rechazo o a la mordida–
    pero ella lo acepta,
    el macho la huele.
    El macho la coloca en la posición justa
    y lame, huele y lame.
    La hembra pareciera girar sobre sí misma.
    Emite sonidos cercanos al cristal
    o a las piedras que otras piedras mayores rompen.
    Ahora es ella quien lo lame,
    quien pareciera perdida en un olor poderoso;
    entre sustancias que podrían endurecer una selva o un edificio. Lo lame
    a fondo, todo, como si la magia en los cuerpos diferentes
    se resolviera con la lengua, o tocando la garganta.
    No estoy seguro si se trata de felinos, equinos
    o algo similar.
    Pero estoy seguro que no se trata de humanos.
    No.
    Nosotros somos distintos a los animales.
  • Rafael Ramosalıntı yaptı7 saat önce
    ¿Cómo puede llegar una abeja
    –así, torpe y abeja–
    al librero?
    Dejar sus alas
    y confundir la funda de un libro
    con ese olor abierto y femenino de los rojos.
    No quiere leer,
    eso es seguro. ¿A quién le puede interesar caerse
    o ser de sueños
    aplastado?
    Pero es literal, una abeja,
    ¿qué hace entre los libros? ¿Cómo entró al cuarto?
    ¿Qué olor persigue?
    ¿Qué intenta conseguir? ¿Qué intenta
    probar?
    Posiblemente sea cierto.
    Uno llega a los libros
    –quién sea–
    por accidente. Y
    tarde o temprano
    te aplastan.
  • Rafael Ramosalıntı yaptı7 saat önce
    ¿Qué imagina
    que hay
    adentro de sus ojos?
    Un niño con lentes, ¿qué imagina?
    Su miedo no es miedo sino enojo:
    ¿quién pasó jabón por los ojos de otros niños
    y los dejó limpios,
    sin nubes untadas, sin nieblas permanentes,
    sin mascotas borrosas; y se olvidó de él?
    ¿Qué imagina adentro de sus ojos?
    Tal vez vientos enanos,
    diminutos,
    martillando mal,
    haciendo mal su trabajo de claridades y distancias.
    Pero ¿qué piensa un niño
    o una niña
    con cuatrojos? Quizá
    sólo
    en la importancia de esconderse.
  • Rafael Ramosalıntı yaptı7 saat önce
    No sé si porque te amo
    adivino lo que no me dices, o sólo me lo invento.
    Pero pienso que el dolor
    reconoce a los de su propia especie,
    a los seres que le son comunes. Los que llevan
    el mismo fruto adentro de los ojos.
    El dolor,
    ese territorio heredado.
    El peor de todos los sitios invisibles,
    de los espacios inundados.
    Y el desamparo, esa otra resignación.
    Esa otra
    manera de ver el mundo, de caber.
    Sólo adivino.
    Pero es que en ocasiones lavar un plato,
    acomodar un cojín,
    o dar de vueltas con un plumero en la mano
    pueden ser maneras distintas de llorar,
    de irse y de llorar.
  • Rafael Ramosalıntı yaptı8 saat önce
    ¿Qué hubiera podido hacer la higuera?
    ¿Cambiar de mes?
    ¿Tener fe y afrutarse toda
    con fe?
    ¿Moverse del camino para que no la mires?
    ¿Decirle a sus raíces: sean un par de pies,
    y salir corriendo sobre las charcas?
    ¿O casarse con un higuero
    y tener 2 higos?
    Tal vez ser más práctica
    y entender
    que no puede ser diferente a otras higueras,
    que no puede,
    que la vida es un acto de hambre, una comunidad
    de hojas iguales, con hambre.
    Y que la indefensión inicia con la palabra naturaleza,
    en el cuerpo, donde siempre principia la conducta.
    O quizá decir: háganse los higos
    y dártelos
    como una madre joven da en adopción
    su primer amor
    y su confiada adolescencia.
    Pero ¿qué podía hacer la higuera
    si no secarse?
  • Rafael Ramosalıntı yaptı18 saat önce
    Él no lo sabe todavía,
    pero ese hombre
    será privado de lo que ven sus ojos.
    Cuando llegue al estacionamiento de su casa
    y la luz parezca un hecho seguro, una comunidad conocida,
    su poder de decisión y su cuerpo,
    y los rincones donde vaga el alma –a distancia
    como siempre vaga el alma–
    serán vidrio y jaula, y pólvora desde la lengua.
    Desde el pecho hacia la noche.
    No lo sabe aún.
    Pero van a cambiar de sitio
    las cosas cercanas. Dejarán de esperarlo sus muebles.
    Se quitarán de la ventana
    el gato y la tarde, que siempre intercambian ojos
    y hablan claridades esperadas.
    Las cosas simples.
    Las prácticas ordinarias. Como abrir la puerta.
    Como besar unos labios pintados.
    Como echar raíces azules en la cama.
    O quitarse la fruta seca del día que concluye.
    Y no lo sabe aún.
    Pero al llegar al estacionamiento de su casa
    ese hombre
    será secuestrado.
  • Arístides Luisalıntı yaptı2 yıl önce
    Hoy
    ningún objeto pareciera estar atorado en una jaula.
    No hay muebles hablando. Y decir noche
    a estas alturas del verso
    es decir sólo eso:
    noche
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