Breve crónica de una paulatina desaparición

Hay personas que son su casa y hay personas que sólo viven en ella.

Cuando despertaba, la bomba seguía zumbando, los peces cabeceaban en el agua, y todo era como un día más desde que uno que siempre estaba de viaje le había traído el acuario

Los crónicos insomnes tienen un pacto: cuentan con cien ojos, se mueven con sigilo y se vuelven desagradables si es preciso

Sólo cuando Tom metió un sillón, colocó un árbol del caucho al lado y luego incluso empapeló los espejos de la cabina con papel pintado, los crónicos insomnes comenzaron a sospechar. Pero hasta que lo descubrimos agachado en el suelo del ascensor, con un pijama a cuadros, preparándose unos huevos fritos en un hornillo de camping gas, no nos dimos cuenta de que él era Tom, el mismo individuo que tanto tiempo llevaba viviendo aquí, demasiado para echarlo sin más, aunque algunos no habrían dudado

Hay personas que son su casa y hay personas que sólo viven en ella

y cada tanto encontramos animalitos en ellos, pero a ésos no nos los podemos quedar

Nos daba la sensación de pertenecer al mundo de ahí fuera, un mundo que se iba volviendo cada vez más lejano cuanto más tiempo pasábamos con Maia

Había un nosotros y luego estaban los demás, los de ahí fuera. Siempre había sido así, incluso antes de que llegara Maia, y después, con más razón

Desde que tengo uso de razón, siempre ha habido solamente un nosotros. Un nosotros y Maia.

A veces daba la impresión de que sus sombras tenían más presencia que ellos mismos