Manual de exilio

tengo medios para canalizar mi frustración creciente. Dispongo sólo de un orgullo estúpido e inútil, de una falta de aceptación de mi destino, de un rencor frío. Me siento crispado, asustado ante mi nueva vida sin mañana.

Cierro los puños en vano, maldigo. No ten

Estaré con el agua al cuello de momento, de acuerdo, pero tengo tanto que aportar, que contar, que mis nuevas condiciones de vida me parecen humillantes.

Dios pesca las almas con caña, el diablo las pesca con red.

como para recordarme una vez más que me hallo al final de mi primera vida.

Levanto y perforo las cenizas del difunto telón de acero, aún bien visible en los códigos de vestuario y en la arquitectura.

Según mis criterios, soy un hombre guapo: 1,95 de altura, rubio, con ojos azules, media melena, delgado, rebosante de talento y de inteligencia. Para equilibrar, también sé que voy mal vestido y sin papeles, y que soy pobre, analfabeto en francés y refugiado.

Me enamoro con tanta frecuencia que es insoportable.

Tengo que aprender lo más rápido posible el francés. Así mi dolor permanecerá para siempre en mi lengua materna.

ejército. Mis primos, mi primer libro publicado en Yugoslavia y el entierro de mi madre, los partidos de fútbol, los árboles y los bosques, las lluvias y las estrellas…
Pasar la esponja mojada del olvido por todos sitios.