mi madre, no es ilegal, puedo hacerlo, llamo al timbre. Lo oigo sonar dentro, pero no oigo pasos. Con una especie de alivio pienso que después de todo no está en casa, sin embargo vuelvo a llamar, espero, me parece oír pasos, oigo un tintineo, la puerta se abre cautelosamente, mi madre tiene puesta la cadena de seguridad, detrás veo su cara, que se sobresalta al verme, hace un gesto de susto y retrocede como si yo fuera un monstruo, un miedo atroz recorre sus ojos salvajemente abiertos, cierra la puerta de un portazo, mamá, grito, llamo a la puerta, solo quiero hablar, grito, nada más que eso, digo, más tranquila ya, llamo con la mano en vano, ella ya ha avisado a Ruth o al conserje, he fracasado.
Bajo tranquilamente la escalera y salgo, como hace uno cuando se han franqueado límites y roto tabúes, no tan angustiada como antes, no he hecho nada ilegal, voy hasta el coche, me meto, saco el teléfono, escribo un mensaje de texto: No he querido asustarte. Solo quería charlar un rato.
Observo que me tiemblan las manos.
Nadie contesta. Me quedo un rato esperando, pero nada.
Noto que el corazón me palpita con fuerza, pero no es el mismo corazón de siempre, estoy enfadada.