Todos somos populistas. Chávez, Maduro, Correa, López Obrador, Le Pen, Beppe Grillo, los Kirchner, Lula, Trump. Todos en el mismo saco. Una palabra que, en voz de quienes la usan, ha perdido todo sentido. Creer que todos estos políticos son idénticos ha sido un acto de ceguera. Y querer descalificar a uno de ellos sólo por llamarlo populista y hermanarlo con los demás es una muestra de deshonestidad política. No, no todos los populismos nos iguales. Y no todos los líderes populistas se cortan con las mismas tijeras. A fuerza de usarlo para todo, el término se ha desgastado y desdorado. De nada sirve decir que Trump es populista, aunque lo sea. El epíteto que mejor le conviene quizás sea otro: fascista.