Semana a semana, Sarlo armaba las piezas de un marco teórico, conformado principalmente por Roland Barthes, Pierre Bourdieu, Raymond Williams, Edward Said, los estudios culturales ingleses –cuyos libros, muchas veces, no habían sido todavía traducidos–, que se complementaban con las tareas de edición y traducción que venía realizando desde años atrás tanto en su trabajo en Eudeba, CEAL o Hachette como en Punto de Vista, la revista que dirigía desde 1978.