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Natalia Ginzburg

Domingo

  • Ivana Melgozaalıntı yaptı3 yıl önce
    Vivíamos como en una guarida, como en unas viejas pantuflas.
  • Ivana Melgozaalıntı yaptı3 yıl önce
    No era que hubiese sido feliz en aquel despacho, al contrario, había sido profundamente infeliz. Pero me había construido una guarida, y el recuerdo de aquella guarida que me había construido hacía tantos años me impedía sentirme como una extraña que había acabado por error entre aquellas calles y callejones.
  • Evelyn Hugoalıntı yaptı3 yıl önce
    Me duró mucho tiempo la infancia, esa solitaria estación de ritos secretos, de preguntas silenciosas a las que nadie podía responder porque nunca se las hacía a nadie
  • Evelyn Hugoalıntı yaptı3 yıl önce
    Yo me había construido mi guarida en aquella casa. Una guarida en la que, cuando estaba triste, me escondía como un perro enfermo para tragarme las lágrimas y lamerme las heridas. Aquel lugar me resultaba tan cómodo como unas viejas pantuflas. ¿Para qué iba a cambiar? Cualquier otra casa me habría resultado hostil y la habría habitado con rechazo.
  • Evelyn Hugoalıntı yaptı3 yıl önce
    La infancia es breve para las campesinas. La miseria es una triste compañera que no admite juegos ni despreocupados pasatiempos. También su juventud es breve, y una vida de privaciones y de trabajo extenuante hace florecer en los rostros de esas mujeres una belleza fugaz y enfermiza
  • Ivana Melgozaalıntı yaptı3 yıl önce
    Proust: «las casas, los caminos, los paseos, desgraciadamente son tan fugitivos como los años».2 Nuestra memoria permanece a veces en un estrato y otras en otro. Se posa sobre ellos como un pájaro. Pero en las ciudades en las que hemos crecido, en los lugares que hemos observado en la adolescencia o en la infancia, nuestra memoria se detiene más a menudo y con más detenimiento.
  • Ivana Melgozaalıntı yaptı3 yıl önce
    En el corazón albergamos un dolor, un recuerdo desgarrador de ese tiempo en el que estábamos tan estrechamente abrazados a la vida, en el que temíamos perderla, pero ese tiempo nos parece ahora lejanísimo, nos hemos convertido en otra cosa, nos hemos quedado pasmados, agotados, apagados, despojados de todo excepto del dolor, y por eso el tiempo del miedo nos parece un tiempo privilegiado, feliz, el miedo era hermoso, latía, bullía y rugía en nuestra sangre, en nuestro cuerpo ahora afligido, gélido y vagabundo, acurrucado contra un muro e inapetente.
  • Ivana Melgozaalıntı yaptı3 yıl önce
    ¿Acaso podía cualquier casa, todas las casas, convertirse en una guarida con el tiempo?
  • Ivana Melgozaalıntı yaptı3 yıl önce
    y, por si fuera poco, de vez en cuando te tragas una nube. Hay nubes deliciosas, pero otras son horriblemente saladas.
  • Ivana Melgozaalıntı yaptı3 yıl önce
    Mañana tendrá que ir corriendo al colegio con su enorme cartera llena de libros. Ya no tendrá tiempo de mirar a su alrededor, de confrontar las cosas y a sí misma.
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