Kaiki

Si no fue obra del demonio que había carcomido su alma, debió tratarse de la ira de Dios por haberse acercado tanto a la belleza del infierno.

Dos o tres meses después de aquello, dividió en segmentos el laboratorio y colocó espejos en los lados, arriba y abajo. Se construyó su propia casa de espejos, por así decirlo. Incluso la puerta era un espejo. Pasaba mucho tiempo allí, solo con una vela. Nadie sabía qué hacía, pero yo podía imaginarme lo que veía. En el centro de un cuarto rodeado de espejos, se reflejaría en una sucesión de imágenes infinitas. Estaría por todas partes. Solo de pensarlo sentía escalofríos.

Era una noche nublada de finales de primavera y el ambiente estaba cargado, como si estuviéramos en el fondo del mar.

Si no me hubieran importado las críticas de la sociedad, si no me importara la muerte, ni siquiera la mía propia, quizá habría podido hacer algo. Pero carezco de todo ello, y el problema sigue sin resolverse.

La lluvia me calaba la ropa y no sabía dónde empezaba el cielo ni dónde terminaba el mar. Era como si flotara sobre las montañas que se ven a lo lejos a mediodía.

Si no es posible ser valiente y llorar, entonces será cierto que soy un cobarde

tras su apariencia delicada y elegante se escondía una gran soledad

He afilado la varilla de hierro del brasero para clavármela en el corazón. Cuando leas esto, mi vida ya habrá terminado. En esta carta descubrirás que el poeta que elegiste como amigo era un malhechor excepcionalmente horrible, y sentirás vergüenza e ira por haberme entregado tu confianza.