Chica conoce chica

No es que yo no quisiera hablar con ella. Simplemente, no se me da bien abrirme a los demás

como quiero pasarla.
Con ella.

—Quizá no pude expresarte mis sentimientos porque no te lo merecías. —Abre mucho los ojos y yo doy un paso atrás. Estamos frente a frente—. Puede que no me merezca una chica como Molly —digo en voz baja—. Pero estoy segurísima de que me merezco algo mejor que esto.

Pienso en ella y en cuando corríamos por la biblioteca, con su mano entrelazada con la mía. En cuando paseamos por las calles de Pittsburgh después de tomar un helado y en cuando me puso la bufanda de Pitt y me la ató con cuidado al cuello. Su sonrisa cuando tiraba de mí por la pista de patinaje para que no me cayera, cuando me sujetaba cada vez que estaba a punto de hacerlo. Ese momento en el que estuvimos sentadas entre los montones de libros, las piernas tocándose, el aire lleno de una electricidad innegable.

—Estoy loca por ella

Pero... sí he sido capaz de abrirme con alguien y expresar mis sentimientos. Lo hice en la biblioteca y sobre un edredón estampado en una pequeña habitación en una residencia que no está muy lejos de aquí.

Y de repente veo la verdad con total claridad. Ella nunca quiso escucharme. Nunca estuvo a mi lado. Solo quería controlarme.

Eso no es amor.

ni siquiera me está escuchando.

Como si no existieran ni las peleas, ni la distancia, ni Molly.

No tenemos que seguir fingiendo que nos importamos una mierda.

Dan en el blanco al instante.

Y es... aún peor de lo que podría haber imaginado. Veo cómo el pedacito del corazón de Molly en el que he conseguido encontrar un hogar se parte en mil pedazos.

No la dejo terminar. No quiero oírla decir la palabra «amiga»... Por muchas razones.

He visto lo suficiente para saber que te mereces algo mejor. Mucho mejor.