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Martín Luis Guzmán

Obras completas, I

  • Luis F. Guzmánalıntı yaptı4 ay önce
    Con sólo mirarlo a él, se comprendía que faltaba allí todo lo que merecía estar a su alrededor, y que, para él, sobraba cuanto ahora lo rodeaba.
  • Luis F. Guzmánalıntı yaptı4 ay önce
    Buenos no, amiguitos, porque están sobrando muchos sombreros.
  • Luis F. Guzmánalıntı yaptı4 ay önce
    Quien no mataba, moría.
  • Luis F. Guzmánalıntı yaptı4 ay önce
    a diario las comentábamos como el episodio supremo del día que acababa de pasar, y las esperábamos como el acontecimiento máximo del día siguiente.
  • Luis F. Guzmánalıntı yaptı4 ay önce
    No todo es pureza revolucionaria en la Revolución; también traemos nuestra canalla, y ésta, por desgracia, es la que va haciendo el ambiente moral en que nos movemos. Para la canalla, revolucionar equivale a robar y destruir cuanto se halla al paso.
  • Luis F. Guzmánalıntı yaptı4 ay önce
    ¡Cómo brilla la luz cuando se tiene la certeza de haber estado a punto de perderla!
  • Luis F. Guzmánalıntı yaptı5 ay önce
    Yo me defiendo con razones porque lo creo de justicia; pero ni tengo miedo ni quiero que me lo achaquen. En llegando la hora, yo también sé morirme.
  • Luis F. Guzmánalıntı yaptı5 ay önce
    o; no es lo mismo —le contesté—. El deber de usted es comportarse bien dentro de la norma militar, que es la que ha aceptado para su conducta; el mío, proceder bien dentro de mi condición de civil.
    —Como civil, ¿qué haría usted?
    —No asumir ni compartir la responsabilidad de ningún fusilamiento.
    —¿Y como militar?
    —Por eso no soy militar...
    —Es decir que ¿sí fusilaría usted?
    —Obedecería las órdenes con apego a la ordenanza, o me insubordinaría… La carrera de las armas divide la escala de los actos humanos en dos porciones que no siempre coinciden, y hay veces en que la elección se impone aun en el supuesto de la estricta legalidad militar; entonces, o se es buen hombre o se es buen soldado.
  • Luis F. Guzmánalıntı yaptı5 ay önce
    Ya se sabe que en toda hora solemne de la vida de un pueblo hay la tendencia a exagerar los valores humanos por el sencillísimo procedimiento de sacarlos de quicio, de volverlos de revés. Se busca traducir entonces lo extraordinario interno en extraordinario visible, y se recurre, como al más sonoro de los instrumentos solemnes, al régimen de excepción, que es más excepcional mientras más arbitrario, y más arbitrario mientras más excesivo e irreparable en sus efectos. Y como nada hay más definitivamente irreparable, ni más subversivo de lo esencial humano, que matar, en cuanto los hombres se ponen solemnes, en cuanto hablan de salvar a la patria, de salvar a la sociedad, o simplemente de salvar a otros hombres, lo primero que se les ocurre es dedicarse, concienzudamente, a matar a sus semejantes. Recuérdense los dos versos de nuestro himno que dicen: “¡Guerra, guerra! Los patrios pendones — en las olas de sangre empapad…” Que es algo de lo más horrible que ha cantado nunca pueblo alguno.
  • Luis F. Guzmánalıntı yaptı5 ay önce
    —Sí —contestó Domínguez—; enemigo, pero libre de invasores.
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