Pero las anarquistas que luchaban contra el sojuzgamiento en la vida pública y privada, y que tuvieron una influyente participación en la vida cultural y sindical gestada por las organizaciones libertarias, no se identificaban como “feministas”. Eran comunes las diatribas con las representantes del feminismo a quienes siguieron viendo como mujeres burguesas, concentradas de modo exclusivo en las cuestiones inherentes a su condición, y denostaban las luchas por la obtención de derechos porque desde la perspectiva antijurídica anarquista resultaba un contrasentido pedir la sanción de leyes. No obstante, hubo singulares formulaciones emancipatorias por parte de las mujeres que se alinearon con el anarquismo y hasta fueron iniciadoras de movimientos precursores que sólo en la segunda mitad del siglo pasado fueron absorbidos por los feminismos. Me refiero a la circunstancia
de haber encabezado, casi con total espíritu pionero, las posiciones anticonceptivas, las luchas por la maternidad voluntaria y las manifestaciones antinatalistas.