Guía HBR: Mejora tu productividad

Por ejemplo, uno de nosotros (Jordan Cohen) ayudó a Pfizer a crear un servicio llamado pfizerWorks, que permite a los empleados subcontratar las tareas menos importantes. También hemos visto iniciativas corporativas que prohíben correos electrónicos los viernes, limitan las reuniones y restringen las presentaciones internas en PowerPoint.

Descubrimos que incitar a las personas a reflexionar sobre experiencias emocionales intensas utilizando sus nombres y pronombres en segunda y tercera persona como «tú», «él» o «ella» les ayudaba a controlar sus pensamientos, sentimientos y comportamientos de forma sistemática.

Los pronombres importan cuando te pones nervioso
Las personas que pensaban sobre sí mismas en segunda o tercera persona antes de dar un discurso lograron mejores desempeños y, después, reflexionaban menos que los que pensaban en primera persona

Es una cuestión de cómo hablas cuando te hablas en silencio a ti mismo, como probablemente haces a menudo; en especial, cuando te enfrentas a una tarea difícil. ¿Dices algo como «depende de mí»? ¿O «puedo hacerlo»? ¿O dices «depende de ti» o te diriges a ti mismo por tu propio nombre?

El desgaste se presenta cuando las exigencias que tienen las personas en el trabajo superan a los recursos que disponen para satisfacerlas, según las investigaciones

A veces nos encontramos volviendo a una tarea reiteradamente, todavía no estamos dispuestos a dar el primer paso. Escuchamos una vocecita en nuestra cabeza que dice: «Sí, buena idea, pero… no». En este punto, tenemos que hacerle algunas preguntas a esa voz, para descubrir qué es lo que realmente hace que sea poco atractivo tomar medidas. Esto no necesariamente requiere psicoterapia. Con paciencia, hazte algunas preguntas sobre «por qué»: «¿por qué parece difícil hacer esto?» y «¿por qué ocurre?», y el bloqueo puede aflorar con bastante rapidez.

El truco aquí consiste en dividir tareas grandes y sin forma definida en pequeños pasos que no parezcan tan arduos. Mejor aún: haz que el primer paso sea pequeño, algo tan fácil que incluso tu cerebro predispuesto a pensar en el presente pueda ver que los beneficios superan a los costes del esfuerzo.

Pero oblígate a pensar en las desventajas de posponerlo, y te darás cuenta de que mañana será demasiado tarde para obtener la información que realmente necesitas de tus colegas.

Esto se conoce como sesgo de omisión, y a menudo nos lleva a ignorar algunos beneficios obvios de hacer las cosas.

Si bien podemos sopesar los pros y los contras de hacer algo nuevo, con mucha menos frecuencia consideramos los pros y los contras de no hacerlo.