La impulsividad arrastra a las almas jóvenes a las llamas de la perdición
Lexi Blancasalıntı yaptı6 ay önce
Así que se puso de puntillas.
Cerró los ojos.
Y dejó que sus labios sobre los de Stephen contaran todo lo que ella todavía no había podido decir.
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La disciplina conduce a la salvación.
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No valía de nada quejarse. Si quería ser la mejor, tenía que prepararse para cualquier imprevisto. Tenía que estudiar el doble que los demás, entrenarse el doble que los demás.
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—No puedes poner condiciones, Twelve.
—Oh, sí que puedo —replicó ella—. He pensado mucho sobre ello en estos días. Acepto ser alumna de la Decimonovena Academia. Pero a condición de ser la única.
—¿La única?
—La mejor de todos.
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Así que lloró. Y le sentó bien.
Cuando se incorporó para sonarse la nariz, se sentía más fuerte, como si llorando hubiese cogido sus pensamientos más tristes y los hubiera depositado allí donde se refugian las lágrimas.
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Porque eso es lo más importante: no quedarte nunca quieta con tus pensamientos, obligarte a mantenerte siempre en movimiento. Y empieza a pensar qué harás cuando salgas de allí. Eso es lo importante.
b7821221958alıntı yaptı6 ay önce
Así empezaba la melodía de la soledad.
La melodía de la mejor.
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—¿Qué sientes, Ninon?
—Yo…
—¿Qué es lo que más sientes, Ninon?
La niña agachó la mirada, como si no supiera responder. Como si no lo sintiera por nada. Ni por nadie.
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Twelve se descubrió riendo a carcajadas mientras corría, de su garganta brotó una carcajada sincera y se sintió feliz por primera vez en mucho, muchísimo tiempo.