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Sarah J.Maas

Casa de tierra y sangre (Ciudad Medialuna) (Spanish Edition)

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  • Karla Valenciano Najeraalıntı yaptı2 yıl önce
    Tengo miedo.

    Danika le volvió a tomar la mano.

    —Ése es el punto, Bryce. De la vida. Vivir, amar, sabiendo que todo puede desaparecer mañana. Eso hace que todo sea mucho más valioso.
  • Zaiira Ceciialıntı yaptı5 ay önce
    Qué pensaría ella de cómo me manoseaste y prácticamente devoraste mi cuello la otra noche?
  • Zaiira Ceciialıntı yaptı5 ay önce
    Hazte un favor, Orión Athalar: mantente lejos de Bryce Quinlan.
  • Zaiira Ceciialıntı yaptı5 ay önce
    Un alfa-qué?

    —Alfadejo. Macho alfa y pendejo. Posesivo y agresivo —hizo un ademán hacia su pecho desnudo—. Ya sabes, los machos que te arrancan la camisa a la menor provocación, que saben cómo matar a alguien de veinte diferentes maneras, que tienen a las mujeres enloquecidas por estar con ellos y, cuando al fin consiguen acostarse con una, se ponen como locos en celo con ella, se niegan a permitir que otro hombre las vea o les hable, deciden qué y cuándo debe comer, qué se debe poner, cuándo ve a sus amigas…
  • Zaiira Ceciialıntı yaptı5 ay önce
    Él le echó la solución en la pierna y ella se movió con brusquedad. Él la tomó de la pantorrilla con suficiente fuerza para mantenerla quieta a pesar de que ella estaba maldiciendo.

    —Te lo advertí.

    Ella exhaló entre dientes. La orilla de su vestido ya de por sí corto había subido aún más con sus movimientos y Hunt se dijo a sí mismo que sólo había mirado para ver si había otras heridas pero…

    La cicatriz ancha y muy visible cortaba a través del muslo suave y demasiado perfecto.

    Hunt se quedó inmóvil. Nunca se lo había curado.

    Y cada cojeo que él la veía hacer de repente por el rabillo del ojo… No era por sus estúpidos putos zapatos. Sino por esto. Por él. Por sus tontos instintos de campo de batalla para engraparla como un soldado.

    —Cuando un hombre está hincado entre mis piernas, Athalar —dijo ella—. Por lo general no está haciendo muecas.

    —¿Qué?

    Pero sí había registrado sus palabras, justo cuando se dio cuenta de que todavía sostenía su pantorrilla y la piel sedosa rozaba los callos de sus manos. También se dio cuenta de que, en efecto, estaba arrodillado entre sus muslos y se había acercado más a su regazo para ver esa cicatriz.

    Hunt retrocedió y no pudo evitar el calor que subió a su cara. Retiró la mano de su pierna.

    —Perdón —dijo
  • Zaiira Ceciialıntı yaptı5 ay önce
    Bryce suspiró otra vez, tecleó su clave en el aparato y abrió los mensajes.

    No te arrepentirás de esto, he tenido mucho tiempo para decidir las maneras en que voy a mimarte. Y todo lo que nos vamos a divertir.

    Podría haber recitado los mensajes de Connor de memoria, pero era más doloroso verlos. Dolía lo suficiente para sentirlo en todas las partes de su cuerpo, los restos oscuros de su alma. Así que siempre los veía.

    Ve a divertirte. Nos veremos en unos días.

    La pantalla blanca le quemaba los ojos. Mándame un mensaje cuando llegues a tu casa.

    Cerró el mensaje.
  • Zaiira Ceciialıntı yaptı5 ay önce
    se escuchó por la bocina del interfono.

    —No ordené ninguna pizza.

    A pesar de que intentó suprimirla, a pesar del reloj mental que seguía contando los segundos, Hunt soltó una risotada.
  • Zaiira Ceciialıntı yaptı5 ay önce
    Depredador. Asesino. Monstruo.

    Los ojos oscuros y angulosos de Hunt Athalar, sin embargo, permanecían fijos en la ventana. En Bryce Quinlan. Ni una sola de las plumas grises de sus alas se movía. Desde sus primeros días en la Legión 17ma en el sur de Pangera, Isaiah había intentado ignorar el hecho de que Hunt parecía existir dentro de una onda permanente de quietud. Era el silencio antes del trueno, como si toda la tierra contuviera el aliento cuando él estaba cerca.
  • Zaiira Ceciialıntı yaptı5 ay önce
    El olor a cobre de la sangre y ese olor a putrefacción la golpearon.

    Todo su cuerpo se contrajo, cada uno de sus músculos se puso en alerta y todos sus instintos le gritaban que corriera, corriera, corriera.

    Pero sus ojos de hada se acostumbraron a la oscuridad y revelaron el departamento.

    Lo que quedaba de él.

    Lo que quedaba de ellos.

    Ayuda, tenía que conseguir ayuda, pero…

    Entró al departamento destrozado.

    —¿Danika? —la palabra era un sonido crudo y resquebrajado.

    Los lobos habían peleado. No quedaba un solo pedazo de mobiliario intacto, que no estuviera rasgado o roto.

    Tampoco había un cuerpo intacto. Lo único que quedaba eran pedazos amontonados.

    —DanikaDanikaDanika…

    Tenía que llamar a alguien, tenía que gritar para pedir ayuda, tenía que llamar a Fury, o a su hermano, a su padre, necesitaba a Sabine…

    La puerta de la recámara de Bryce estaba destrozada y el umbral pintado de sangre. Los carteles de ballet colgaban hechos jirones. Y sobre la cama…

    Sabía en sus huesos que no era una alucinación, lo que yacía en su cama, sabía en sus huesos que lo que se desangraba en su pecho era su corazón.

    Danika estaba ahí. Hecha pedazos.

    Y al pie de la cama, por toda la alfombra desgarrada y en pedazos más pequeños, como si hubiera muerto defendiendo a Danika… supo que eso era Connor.

    Supo que el montón justo a la derecha de la cama, el más cercano a Danika… eso era Thorne.
  • Gustavo Barrazaalıntı yaptı2 yıl önce
    —Ése es el punto, Bryce. De la vida. Vivir, amar, sabiendo que todo puede desaparecer mañana. Eso hace que todo sea mucho más valioso.
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