La tragedia «También tiene el sol menguante» (Luis Vélez de Guevara y Agustín de Rojas Zorrilla) responde a un quehacer literario colectivo muy de moda en la dramaturgia del Siglo de Oro, sobre todo, a partir de 1630. Las dos manos hacedoras están tan bien avenidas que es imperceptible el paso de una a otra, salvo en detalles pequeñísimos. Con ello queremos decir que su creación está dentro de la tónica general de la época y dentro del sub-género de dramas de validos y privanzas donde el protagonista, don Bernardo de Cabrera, lleva adelante una historia trágica, además de patética, y encierra una amplia moralidad que haría reflexionar a más de un dirigente político de la época. Este tema -la volubilidad de la Fortuna— y con los mismos personajes históricos, fue tratado por Mira de Amescua en su bilogía «La próspera fortuna de don Bernardo de Cabrera» y “La adversa fortuna de don Bernardo de Cabrera”, además de hacerlo otros autores como Salucio del Poyo, Tirso de Molina, Juan de Grajal, Jacinto Cordero o el mismo Lope de Vega. Por todo ello, ni la fábula ni su desarrollo desdice por estar en manos de autores de segundo nivel que ayudaron a Lope de Vega a llevar a tan buen puerto el éxito de la comedia española.