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Eduardo Berti

Por qué escuchamos a Aníbal Troilo

  • Rubén Carrillo Ruizalıntı yaptı3 yıl önce
    Maestro Troilo II
    —Maestro —preguntó el alumno—, ¿cómo debo escuchar su música?

    —En silencio, querido alumno. En silencio…

    —Maestro —preguntó el alumno—, ¿por qué ha cambiado usted tan a menudo, en vez de aferrarse al éxito?

    —La prudencia, querido alumno, es una solterona fea y rica cortejada por la incapacidad.

    —Maestro —preguntó el alumno—, ¿por qué cada uno de sus discos refleja su tiempo y, a la vez, parece imperecedero?

    —Sucede, querido alumno, que la eternidad está enamorada de los frutos de cada momento.

    —Maestro —preguntó el alumno—, ¿por qué sus tangos son tristes, pero no caen en la tristeza a veces artificiosa o exagerada de ciertos tangos?

    —Muy simple, querido alumno. He descubierto que el exceso de tristeza es risa y que el exceso de alegría es llanto.

    –Maestro —preguntó el alumno—, ¿por qué ha sido un tanto infiel cuando ha adaptado composiciones ajenas?

    –Con esto de las versiones, querido alumno, ocurre lo que algunos machistas dicen de las mujeres: las muy fieles suelen ser feas, las infieles suelen ser las más hermosas.

    —Maestro —preguntó el alumno—, ¿por qué sus hallazgos, sus innovaciones, sus novedades parecen tan sencillas y accesibles?

    —Yo diría, querido alumno, que todos los alimentos saludables se recogen sin red ni trampas.

    —Maestro —preguntó el alumno—, ¿por qué a los músicos les gusta contemplar el cielo?

    —Porque nos gustan las nubes, querido alumno. Nos gustan y nos hacen pensar en la música: es fascinante que unos pocos elementos arrojen resultados tan variados.
  • Rubén Carrillo Ruizalıntı yaptı3 yıl önce
    “Yo no puedo escribir música por escribir”, le dijo Troilo a María Esther Gilio. “Preciso una letra primero. Una letra que me guste. Entonces la mastico. La aprendo de memoria. Todo el día la tengo en la cabeza. Es como si la fuera envolviendo en la música. Es muy importante para mí lo que dice la letra de una canción”.
  • Rubén Carrillo Ruizalıntı yaptı3 yıl önce
    Retrato japonés de Aníbal Troilo
    Si Troilo fuese un barrio de Buenos Aires, sería el barrio de Abasto, donde nació, o el de Palermo, donde creció.

    Si Troilo fuese un antiguo cine de Buenos Aires, sería el Petit Colón de la avenida Rivera (después llamada Córdoba), en cuyo foso hizo algunas de sus primeras armas.

    Si Troilo fuese un viejo cabaret porteño, sería el Marabú, donde debutó con su orquesta en 1937 (un cartel anunciaba, en letras de tiza: “Todo el mundo al Marabú / la boite de más alto rango / donde Pichuco y su orquesta / harán bailar buenos tangos”), pero también el Tibidabo que inauguró en 1942 y en el que tocó durante una década.

    Si Troilo fuese una emisora de radio, sería la vieja Radio El Mundo, a la que se incorporó en 1939. Formó parte del elenco estable durante una década, también.

    Si Troilo fuese otro género musical, otro género fuera del tango, sería una mezcla de jazz con milonga.

    Si Troilo y su orquesta fuesen un equipo de fútbol, serían La Máquina de River con su admirado Amadeo Carrizo y su querido Adolfo Pedernera.

    Si Troilo fuese un puesto en la cancha de fútbol, sería el de “centrojás”, como le gustaba decir; y, por cierto, en esa posición jugaba cuando era pibe.

    Si Troilo fuese un personaje de Shakespeare, no estaría mal que fuese el Troilo shakespereano con “su nariz roja de alcohol”, como lo pinta Crésida.

    Si Troilo fuese un día de la semana, no sería jamás el lunes.

    Si Troilo fuese una canción de los Beatles sería Aquí, allá y en todas partes.
  • Rubén Carrillo Ruizalıntı yaptı3 yıl önce
    No solo siento, sino que sé a Buenos Aires una ciudad melancólica, poblada por melancólicos. Siento de alguna forma que esta melancolía es un rasgo diferencial, un distintivo de los argentinos. Debe ser la única melancolía positiva que hay en el mundo” (Piazzolla)
  • Rubén Carrillo Ruizalıntı yaptı3 yıl önce
    Piazzolla se pone de pie para tocar, cuando antes los bandoneonistas estaban sentados.
  • Rubén Carrillo Ruizalıntı yaptı3 yıl önce
    Pichuco saca al bandoneón de la fila de la orquesta. Hace que dé un paso al frente y se vuelva protagonista
  • Rubén Carrillo Ruizalıntı yaptı3 yıl önce
    El tango no es un coche al que se le puede ir cambiando el diseño o añadiendo nuevos accesorios”.
  • Rubén Carrillo Ruizalıntı yaptı3 yıl önce
    Piazzolla se diferencia de los demás pareciéndose a sí mismo. Troilo cambia tango a tango sin perder jamás su idiosincrasia
  • Rubén Carrillo Ruizalıntı yaptı3 yıl önce
    El bandoneón que me regaló Zita, la viuda del Gordo Troilo, no es tocable, por lo menos para mí. Es como el auto que manejaba mi tía a 40 kilómetros por hora. Cuando se acelera a fondo no responde. Al fueye de Troilo lo tengo que tocar suavemente. Y yo no acaricio nada. Mis dedos son una ametralladora
  • Rubén Carrillo Ruizalıntı yaptı3 yıl önce
    usó casi siempre el mismo fueye: el histórico bandoneón que su madre Felisa le compró en cuotas, en 1924, por el precio de 120 o 140 pesos, cuotas que, según quiere la leyenda, no terminó de pagar
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