La figura de la alfombra

La obra de arte ya no es una descripción o una ilusión, si no que es en sí y por sí misma su propia realidad, una cosa real sometida más a las leyes del arte que no a las leyes de la naturaleza.

El sentido y el significado de la obra ya no son ni analizables ni explicables, puesto que tienen un sentido que trasciende los límites del lenguaje.

El crítico espera descubrir el significado de la obra de arte, cuando ciertamente el significado del arte se realiza en el lector o en el espectador. La obra de arte —el poema, el cuadro, la sinfonía, la novela— incita al espectador a poner en actividad sus facultades —las intelectuales y las sensibles—, y es esa actividad —que la razón razone, que la imaginación imagine, que la memoria recuerde— la que da a una obra su cualidad artística.

Puedo añadir que hoy en día somos tan víctimas el uno como el otro de un deseo que nada puede apaciguar. El estado de ese pobre hombre me sirve casi de consuelo; hay momentos en que me parece que es mi venganza.

—¿Había una intención general en los libros de Vereker?

No importaba que Vereker se fuera a la tumba: ella era —como si se hubiera tratado de su heredera preferida— la persona que necesitaba menos que nadie en el mundo que su existencia se prolongara.

De todas formas, Deane carecía de esa destreza que habría permitido a Corvick barnizar con una capa de oro la madera más tosca: Deane no había podido hacer otra cosa que dejar unos torpes manchones de purpurina.

En cuanto al tejido, considerablemente complicado, era una alfombra dotada de una figura propia; pero esa figura no era la figura que yo buscaba.

¿Acaso la figura de la alfombra podía ser descrita o trazada solo entre marido y mujer, entre amantes atados en una unión suprema?

sin embargo nunca se me habría ocurrido suponer que llegaría a sentir que el hecho de la mera posesión de aquel truco técnico, de un simple fragmento de experiencia literaria, pudiera compensar de ningún modo su dolor.