Fiscalidad voluntaria y responsabilidad ciudadana

La capacidad de acceso es hoy el bien clave, no la propiedad raíz.

El dar es el fundamento de la economía del prestigio, y quien quiere formar un capital de prestigio tiene que distinguirse como dador.

En la escala timótica de la psique humana resuenan muchos tonos: desde jovialidad, benevolencia y generosidad, pasando por orgullo, ambición y despecho, hasta indignación, ira, resentimiento, odio y desprecio.

Donde hay ladrones en el poder –por mucho que aparezcan desde hace ya largo tiempo como señores circunspectos–, una ciencia realista de la economía solo puede desarrollarse como teoría de la cleptocracia de los acaudalados.

Y va acompañado inevitablemente del primer notario.

El primer tomador es el primer empresario, el primer ciudadano y el primer ladrón.

Las virtudes donantes constituyen las únicas energías renovables por cuya puesta en uso la vida del ser humano cambia radicalmente.

La nueva idea queda expresada: está en la época pensar el contexto social desde el don.

Ahora son los dadores efectivos en todos los niveles de la comunidad quienes en última instancia soportan todo el peso de los constructos sociales conectados en red por el dinero, conectados en red por el saber, conectados en red por la empatía; son los pequeños, medianos y grandes pagadores de impuestos directos e indirectos, los donantes, los patrocinadores, los que hacen fundaciones, los ayudantes voluntarios, los que trabajan por facilitar la comunicación en la red (networker), los que dan ideas y todos los creadores conocidos o desconocidos en todos los ámbitos, los que con sus pagos, impulsos e ideas enriquecen la cosa común.

La sociedad mundial será un patchwork de comunas timóticas, o no será.