Estás triste, pero solo pareces enfadada. Aprenderás a decirlo: «Es que cuando estoy así necesito que me abracen». Pero da igual, porque legítimamente te lo rebaten: «Es que cuando estás así no dan ningunas ganas de abrazarte». No te ves, pero te pones muy bruta. Ya, ya lo sé, no sabes ponerte de otra forma, pero hay de tu piel para afuera agresividad, y tensión, y dureza, y si alguien comprendiera, si fueras simplemente capaz de transmitir que detrás de ese enfado te sientes tan frágil, tan pequeña, tan inútil.