Lo hacen porque, en líneas generales, las condiciones de vida dentro de la institución son menos duras que en el exterior, pues para acallar las posibles protestas que un método de reclusión así suscitaría se dotó a los internados de ventajas con las que no cuentan las personas sanas. Las peticiones de los no enfermos nunca son escuchadas. Muchos internos son jóvenes adictos a las drogas, pese a que en la ciudadela final está totalmente prohibido el consumo de estupefacientes