El imperio de las armas

La nueva Brown Bess era un mosquete de chispa de ánima lisa que disparaba balas de plomo[78]. Tenía una bayoneta y, a partir de 1724, una barra de acero. El cañón tenía unas 46 pulgadas (116 cm), con una franja ornamental en la culata

El «gran rearme de la década de 1690»[31], cuando los mosquetes con llave de chispa y bayonetas cubiertas reemplazaron a las picas y las viejas llaves de mecha, dependió de la explotación de las destrezas de Birmingham.

Los ingleses empezaron a vender armas a los nativos americanos en la década de 1620[15]. La Hudson’s Bay Company[16], fundada en 1670, comerciaba con ellas a cambio de pieles de castor.

La Office tenía mucha influencia sobre el ejército; la mayoría de sus miembros tenían un escaño en el Parlamento. Estaba dirigida por un master general, que solía ser una figura militar de alto rango. Era uno de los pocos funcionarios del Estado que tenía capacidad de gastar dinero en servicios imprevistos para los que el Parlamento no hubiera adjudicado

Los franceses respaldaron la rebelión jacobita, que ocurrió a finales de 1745. Las fuerzas británicas se retiraron del continente para ir a combatir en casa. Con la ayuda de las tropas holandesas derrotaron a los rebeldes en abril de 1746.

El gobierno tenía una deuda de 34.000 libras por armas de pequeño tamaño a finales de 1747[112]

La matriz de los conflictos continentales produjo la épica Guerra de Sucesión austriaca, que implicó escenarios lejanos y coloniales a lo largo de 1748. El pretendiente, una vez más, era un peón en la lucha a escala mundial por la primacía comercial e imperial entre Francia y Gran Bretaña, la guerra civil determinada por el conflicto global[104].

Entre 1673 y 1705[19], la African Company envió unas 66.000 armas de fuego a Costa de Oro, Costa de los Esclavos, Senegambia, Sierra Leona, Costa de Marfil y Angola a cambio de oro, esclavos y marfil

La preocupación de que las armas pudieran emplearse contra los europeos cedió ante el miedo de que abstenerse únicamente enriqueciera a los vendedores europeos rivales.

La intención de diseminar las destrezas asociadas a la fabricación de armas se debía a la necesidad de evitar que las armas cayeran en manos rebeldes. El resultado fue la competencia entre armeros, que suponía seguridad para el Estado pero bajos beneficios para ello