Buenos Aires 1810. Artemio Furia no es un hombre común. Es un gaucho cuyo nombre se pronuncia con respeto y temor en todas las esferas de la sociedad. Entre 1806 y 1807, sus centauros y él sirvieron en los ejércitos de Juan José de Pueyrredón para expulsar a los ingleses. Su influencia entre los paisanos es decisiva. Se dice que, con un chasquido de sus dedos, puede sublevar a toda la campaña. Cuando comienza a gestarse la Revolución de mayo de 1810, la facción patriótica, la que desea la independencia del Río de la plata, lo convoca para luchar por la libertad. Contar con las huestes del gaucho Furia puede significar la victoria.