¿Por qué hay que pensar que sufren?
Es una pregunta difícil. No disponemos de ninguna evidencia de que sufran, pero esto no significa que no sufran. Hace algunos años, en el sur de China, el director de un jardín botánico me preguntó si conocía la planta que baila. Le contesté que no, y me llevaron hasta una plantita, de aspecto anodino, cuyas hojas se mueven cuando hacemos ruido frente a ella, hay que dar palmadas y cantar. Si nos paramos, las hojas se detienen. Me hicieron cantar en francés y funcionó. ¿Quién habría dicho que una planta podía bailar? Nadie. Así pues, consideremos esta cuestión del sufrimiento del vegetal con humildad, como una cuestión abierta. Incluso si el bonsái no sufre, a mí me hace pensar en el sufrimiento.
Pero es muy bonito.